jueves, 19 de octubre de 2017

CUCHI PIHSTÉ QUERCOS DISTRITO CHAVÍN DE HUÁNTAR HUARI ANCASH

En los años de 1970, en el caserío de Quercos, distrito de Chavín de Huántar, provincia de Huari, departamento de Ancash, dentro del contexto del mundo andino, el Cuchi Pihsté fue una costumbre ancestral muy importante, que ejemplificaba lo importante que era para nuestros abuelos y padres la unión familiar a través de "chicharu yawashinakí", costumbre que mantenía cohesionado a la familia y una buena relación con los vecinos. 

Hoy todo se vende y todo se compra, por ende, el Cuchi Pihsté que fue una de las costumbres que yo conocí a la edad de 11 años, por los avatares de la globocolonizacion ha desaparecido, en estos tiempos ya nadie prepara el caldo de cabeza de chancho con la harina de maíz blanco, y la frase “jarahuan peghata lahuayé” ha desaparecido del lenguaje popular de los hombres y mujeres del ande del sector Callejón de Conchucos en el departamento de Ancash.

En el caserío de Quercos, en los últimos 50 años, muchas tradiciones y costumbres se ha perdido, así como está ocurriendo en muchas partes del Perú; para ello está contribuyendo la globalización que tiene muchas sombras y pocas luces, pues destruye las culturas propias de cada pueblo y nación, corroe los valores étnicos y éticos, privilegiando la compra y venta en detrimento de la producción local. 

En los últimos tiempos como consecuencia del desarrollo de las vías de comunicación los pobladores del ande han migrado hacía las grandes ciudades de la zona Costa y otros también en busca de mejor vida y nuevas oportunidades han puesto sus pies en países de Latinoamérica y Europa. 

En los años de 1970 en el caserío de Quercos había pocos habitantes, conformado en su mayoría por pequeños agricultores y ganaderos, con vivienda propia; pero también hubo gente sin tierra, sin vivienda, muy pobres, en su mayoría analfabetos, quienes a través de todas sus generaciones se ganaban la vida en las chacras como simples peones. 

En  la época del gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas encabezado por el señor General Juan Velasco Alvarado, las personas sin tierras, sin viviendas, comenzaron a migar a las zonas de la Costa del Perú, principalmente a Lima capital, donde coparon los arenales como invasores y pasado los años surgieron en base a mucho trabajo, hoy este personal es parte de los millones de peruanos que ocupan los conos de Lima, Perú. 

En aquellos tiempos, como en todos los caseríos de poca población, en Quercos, la mayoría lo conformamos entre familiares y parientes cercanos; épocas en que los lazos de amistad eran muy importantes; de manera que el principio de solidaridad, reciprocidad y la unión vecinal era el norte que guiaba nuestras vidas

Las familias eran numerosas, en cada hogar por lo menos tenían de 6 a 8 hijos; eran las épocas, donde la frase: "cada hijo viene con un pan bajo el brazo", era un axioma, algunos vivíamos en casas con techos de tejas, otros bajo techos de hichu, y paredes de adobes o tapiales; enlucidos con barro; el paisaje como es normal era más pintoresco y ecológico, sobre todo por la abundancia de eucaliptos. 

Casi todos nos dedicamos a la agricultura y  sembrábamos las chacras en las partes altas y zonas bajas; en casa se criaban animales de todo tipo, los corrales estaban llenos de caballos, asnos, bueyes, gallinas, cuyes, patos y por su puesto iskay jatun “cuchi capón” que eran los engreídos de la familia; pues se les alimentaba con granos especiales: granos de cebada, maíz blanco y “pichu de cebada” para el engorde final; así que llegaba la hora de beneficiarlo; este acto era todo un acontecimiento; mi papá nos levantaba muy temprano a las 04:00 horas aproximadamente, la hora que cantan los aves que en Quercos se llama el "pisghu recé" que traducido en español significa "el canto de los pajarillos"; para esa fecha nuestro “cuchi capón” se encontraba muy gordo y caminaba con total lentitud, que por su gordura se movía con mucha dificultad, de manera que era muy fácil, "pancarlo" y degollarlo; después provistos de abundante paja de trigo o cebada lo "ghashpabamos" dorando el pellejo, que salía crocante, el famoso: "cuchipa gharan", que junto con la cancha y un buen café era el desayuno de la familia.

Finalizado el desayuno, las mujeres hacían todo los preparativos en la cocina, colocaban los peroles en las "tullpas", otros rajaban leña seca y otros bajo la dirección de un especialista comenzaba a trozar y separar las carnes, era un trabajo arduo de un especialista de casi todo el día: pues del cerdo vale todo, nada se perdía; como dice el dicho : "cuchipagha, tullumpis misquicunmi"; las lonjas para el chicharrón; los brazos y las piernas para el famoso jamón conchucano que permanecía colgado uno o dos años en las partes altas bajo el techo, a mas años era mas delicioso; las tripas se utilizaban para los ricos rellenos o morcillas que se hacían con preparado de maíz blanco, sangrecita y yerbas aromáticas; separaban las costillas para la desecación respectiva luego para preparar los exquisitos platos con "cuchipa costillan": un buen saltado de calabacitas tiernas con papas amarillas, etc; la piel que es gruesa se hacía secar y se guardaba para preparar  la  sopa ancestral, el sabroso " takapi lahua de trigo" sobre todo se consumía en las épocas de siembra y cosecha; el famoso "untu", es la grasa del abdomen de chancho, disuelto se convierte en manteca "cuchipa mantican", elemento espacial para la preparación de diversos tipos de panes, sobre todo el "wira tanta" y "wira mashca" de cebada el "mircapa" de los pastores y viajeros.

En horas de la tarde, siendo las 16:00 horas aproximadamente, comenzábamos a repartir los chicharrones, priorizando a los familiares mas cercanos, vecinos y amistades; mamá preparaba en una canasta especial, donde llenaba una buena porción de chicharrones caliente acompañado con el tradicional " yurahg jara muti" y los tamales de maíz blanco, y a repartir se ha dicho; este es para tus abuelos, este es para mi hermana, este es para mi hermano, este es para mi prima, este es para mi compadre, este es para el vecino, etc; así llegábamos a la puerta, con los olores característicos del chicharon caliente, siendo alegremente recibidos por los familiares y amistades.

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